Bienaventurados los servidores: Asociados Eudistas nos invitan a orar este 19 de octubre

Como todos los días 19 de cada mes, los Asociados Eudistas nos invitan a orar al Señor desde la espiritualidad de san Juan Eudes. En esta ocasión, la oración compartida fue preparada por el grupo de asociados “Essonne-Sud” de la Provincia de Francia, en el contexto del Domingo Mundial de las Misiones:

“BIENAVENTURADOS LOS SERVIDORES” 

Texto bíblico : (Mc 10, 42-45) 
“Saben que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. Entre ustedes no debe ser así, sino que si alguno de ustedes quiere ser grande que sea su servidor, y el que  quiera ser el primero que sea el servidor de todos ; de la misma manera que el hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos.” 
Meditación 

Mientras se está celebrando en Roma el sínodo de los jóvenes, ¿hemos oído esa llamada del Papa
Francisco en Argentina durante la apertura de este sínodo: “Renovemos la Historia”? Creemos que Jesús está presente en la historia, que la renovó por su vida, muerte y resurrección. Esperado para reinar, Jesús se hizo servidor, dio su vida por nosotros. Siguiendo a Cristo, muchos hombres y mujeres renovaron la historia con su amor, sus compromisos y la ofrenda de su vida. La ofrenda es un poder de renovación. Jesús nos recordó que la historia no es la de los prepotentes, de los vencedores, de los poderosos, sino la de los servidores. Cada uno de nosotros puede transformar la historia de los hombres. - Renovar la historia. Sí. Pero ¿cómo? - ¿Por qué tiene esta llamada un sentido muy peculiar para el cristiano? 

 Texto de San Juan Eudes:  “Amémonos unos a otros como Cristo nos ha amado” 
“Mira, pues, a tu prójimo en Dios y a Dios en él. Mírale como quien ha salido del corazón y de la bondad de Dios, como una participación suya, creado para regresar a Dios, para alojarse un día en su regazo, para glorificarlo eternamente: como alguien en el que Dios será eternamente glorificado, por vía de misericordia o de justicia. Mira a tu prójimo como objeto del amor de Dios en cualquier estado en que se halle: porque Dios ama todo lo que ha creado y no odia a ninguna de sus criaturas; sólo odia el pecado que no es obra suya. Mira a tu prójimo como salido contigo de un mismo principio, hijo de un mismo Padre, creado con el mismo fin, perteneciente a un mismo Señor, rescatado con la misma sangre preciosa de Jesucristo, miembro de la misma Cabeza que es Jesús y del mismo cuerpo que es la Iglesia; alimentado con el mismo cuerpo y sangre de Cristo, con quien, por lo tanto, debes tener un mismo espíritu, una misma alma, un solo corazón. Mira a tu prójimo como templo del Dios vivo que lleva en sí la imagen de la santísima Trinidad y el sello de Jesucristo; como porción del mismo Jesús, hueso de sus huesos y carne de su carne; como el ser por quien Jesucristo tanto trabajó y sufrió, empleó todo su tiempo y entregó su sangre y su vida. Míralo, en fin, como a Jesucristo, ya que él nos asegura que “cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40).
(Tomado del texto n° 12 del Leccionario. “La Caridad”) 

Oración 

Señor Jesús, 
Tú, el Hijo del Hombre venido para servir y no para ser servido, 
Tú, que “cruzaste los cielos” para hacerte uno de nosotros, 
Tú, que elegiste quedarte entre nosotros por el sacramento de la Eucaristía. 
Te adoramos. 

Señor Jesús, 
Tú, que siempre cumpliste la voluntad de tu Padre, 
Tú, que nos enseñaste el camino a seguir, 
Tú, que siempre anduviste a nuestro lado, 
Tú, presente al lado de los jóvenes reunidos en sínodo. 
Te damos gracias. 

Señor Jesús, 
Por el bautismo hiciste de nosotros hijos del Padre,  
Enviados para amar y servir a nuestros hermanos. 
Perdona nuestras faltas de humildad, nuestras tentaciones de renunciar o nuestras ambiciones de éxito personal. 
Cuando nos preocupamos demasiado por nosotros mismos, cuando estamos apegados a los bienes materiales, cuando no seguimos el camino que nos enseñaste. 
Te pedimos perdón. 

Señor Jesús, 
Nos dijiste que es posible otra historia. 
 Por la ofrenda de tu vida, ya ha empezado. 
Ayúdanos a mirar a los otros con amor, a ponernos a su servicio. 
Para que seamos actores de otra historia de los hombres. 
 A ti nos entregamos.

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