"El poder de Dios nos debe exigir": Texto completo de la homilía del padre Alberto Linero en el Radiominutón 2014

En el segundo día del Radiominutón 2014, el padre Alberto Linero, sacerdote eudista de la Provincia Minuto de Dios, presidió la Eucaristía a la que asistieron cerca de 600 personas aproximadamente. Durante la mañana los niños compartieron a través de distintas dinámicas su experiencia de Jesús. Sobre el mediodía se presentó un grupo musical que nos evocó el sentimiento colombiano al interpretar varios temas de nuestra música. Después de la Eucaristía, que se llevó a cabo a las dos de la tarde, se presentaron distintas agrupaciones musicales, invitando a los fieles a alabar y bendecir al Señor.

Aquí les presentamos la homilía que pronunció el padre Alberto Linero en este día. Al final pueden encontrar el link de la galería para revivir los mejores momentos. 

"Hoy quiero proponerles dos ideas:

Hemos venido leyendo el capítulo 15 de la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios.
Y el tema de ese capítulo 15 es el tema de la resurrección. Pablo que está en medio de una comunidad
pagana como Corinto, Pablo, que está en medio de una comunidad que cuestiona todo, que vive tal vez de la experiencia de la razón, trata de explicarles a ellos cuál es el sentido de la resurrección: ¿Cuál es el sentido de que digamos tú y yo que Cristo está vivo, que Cristo es el Señor? Y nos explica hoy, echando mano de una metáfora de una semilla que se siembra y cómo hay un proceso de transformación, así explica el tema de la resurrección. Sin embargo, cuando nosotros miramos este tema, no creo que tengamos que tratar de comprenderlo o cuestionarnos acerca de cómo es que vamos a resucitar: ¿tendré los mismos ojos? ¿tendré la misma tendencia a la gordura que tengo? Muchos creen que esa es la pregunta. ¡No mis hermanos! Hoy, pensar y meditar el tema de la resurrección, es tener claro que Dios no defrauda, es tener claro que Dios es fiel, es tener claro que si tú confías en él, él no te falla y te levanta en bendición.


Claro: ese es el sentido de la resurrección. Jesús el Señor confía en el Padre Dios. Jesús pone toda su confianza y por eso obedece al padre Dios. Los hombres lo llevan al patíbulo, lo llevan a la cruz, lo cuelgan del madero y sin embargo el Padre Dios lo resucita para decirle: Si tú confiaste en Mí, yo no te defraudo, si tú has puesto tu confianza en mi poder, aquí está mi poder. Y dice Pedro: “El Padre ha resucitado a Jesucristo”.

¿Qué quiere significar eso? Que ustedes y yo tenemos que estar llenos de esperanza. Yo sé que ustedes no tienen problemas: se les ve en la cara. Pero nosotros (los sacerdotes), que sí tenemos, a veces uno cree que todo está perdido. A veces uno cree que va a fracasar, siente que no hay nada que hacer, que todo es una derrota, que todo es un fracaso. A veces uno cree que no va a poder con los problemas. A nosotros nos pasa, no sé a ustedes: pero hay veces que uno tiene líos con su familia, líos en el trabajo, con los hijos, y uno como que siente que todo es muerte, que todo está perdido, y uno como que siente que no hay nada que hacer. Y ahí es donde este tema de la resurrección aparece porque es cuando Dios aparece diciéndote: tú lucha, tú esfuérzate y confía en Mí que la muerte no es la última palabra, tú confía en Mí, porque yo tengo poder para levantarte, porque yo tengo poder para darte vida, porque yo tengo poder para que salgas adelante.

¡Oiga! Usted, que tal vez vino cabizbajo, usted que dijo: voy para la misa que nos invitó el padre Javier pero mi hijo ya no, o usted joven que de pronto vino diciendo: “no puedo, no voy a salir adelante”. Hoy yo quiero decirle: ¡Cree en el poder de la resurrección, cree en el poder de Dios que levanta, que da victoria, que te ayuda a salir vencedor! Eso es la resurrección, es fuerza de Dios para nosotros, es creer y confiar que vamos a salir adelante. Yo sé que el mundo te dice todos los días que no puedes, el mundo está lleno de gente que todos los días nos dicen que no podemos. En la Costa diríamos que son gente zapa. Aquí no lo voy a decir. Comienzan a decir: Ay padre, usted va a fracasar. Ese Minuto, no, eso está perdido. Y siempre hay mucho apóstol del mal, mucho apóstol de la tristeza, del negativismo, de la derrota. Usted y yo hoy cuando leemos que Cristo ha resucitado, que nuestra de pende de ese acontecimiento, usted y yo nos volvemos entonces apóstoles de la esperanza, porque sabemos que pase lo que pase, saldremos en victoria, triunfaremos, que ese problema lo vamos a vencer, que esa dificultad la vamos a vencer en el nombre del Señor. Yo lo creo. Hay más de uno que no lo cree. No es a mí, es al poder de la resurrección. El papa Francisco dije al final de la Evangelii Gaudium que nosotros tenemos que ser “Evangelizadores del Espíritu”, llenos del espíritu y dice cuáles son las motivaciones para ser un hombre evangelizador en el Espíritu y una de esas es creer en el poder de la Resurrección. ¡Créelo! No se desanime, llegaremos a la meta en el nombre del Señor. Porque a veces uno ve tanto mal, de pronto –Javier-, uno podría pensar: “Es tan poquito lo que hacemos, por una Emisora que se dedica a Dios, hay cien que se dedican al Diablo, por una Emisora que te dice alaba y bendice a Dios hay cien que te están diciendo pégale cachos a tu marido. Por una que te habla de Jesucristo y del Espíritu Santo, hay cien diciéndote: muerte, dolor, tristeza”. Pero usted y yo sabemos que, aunque sea poquito, contamos con el poder de Dios, con la misericordia de Dios. Y yo no sé usted, pero yo creo que vamos a salir adelante. Yo creo que mañana, cuando cerremos aquí el Radiominutón, vamos a dar gloria a Dios, porque vamos a alcanzar la meta: ¡Lo creo en el Nombre del Señor!

Pero bueno, hasta ahí todo es chévere, ¿verdad?, porque ahí todo es poder de Dios en nosotros. Y cuando a uno le hablan de poder de Dios, uno se siente… tú sabes. Pero, hay una parte que nos toca a nosotros. No sólo es poder de Dios. También hay una parte que nos toca a nosotros, a ti y a mí: es la palabra que nos decía Lucas ahora con esa parábola del sembrador. ¿Te acordás? Decía la Palabra que el Señor es un sembrador especial. Yo al principio no entendía esa parábola: no vayan a contar. Pensaba: “ese sembrador es malo” porque parecía un sembrador raro, yo hubiese cogido la tierra, la defino y comienzo a arreglarla. Le echo abono, naturales claro, -como los de Fundases-, la preparo y cuando esté preparada, siembro la semilla: ¿o no? A mí me parece lo más lógico. Pero Dios no es así. ¿Saben por qué? Porque la Palabra es para todo mundo. La Palabra es una semilla que se riega por el mundo entero, el Señor es el sembrador que sale con la Palabra del Reino. La Palabra llega a todos, Dios no hace acepción de personas. Dios no tiene una parcelita nada más. Dios quiere que esta palabra llegue a todos. Por eso no preparó la tierra.

El Señor lo que quiere decirme es que su Palabra es para todos. También para ti es la Palabra de Dios. Yo no sé por qué viniste. A lo mejor más de uno porque lo trajeron obligado. Escuchen: ¿Para quién es la Palabra? Para todos. Y dice la Palabra que hay terrenos propicios y hay terrenos que no son propicios. Hay terrenos que reciben esa Palabra y dejan que eche raíces y dejan que esa palabra se transforme y dé fruto; pero hay otros corazones que son de arena o tienen alrededor mucha cizaña y no permiten que la Palabra crezca.

Yo te quiero preguntar a ti: tu corazón, ¿qué tipo de tierra es? ¿Qué estás haciendo con la Palabra que escuchas? Y no me respondas. Eso no es para que me lo respondas a mí, es para que se lo respondas a Dios. Porque el Minuto de Dios a través de sus distintos proyectos predica mucho la Palabra, hace presente la Palabra de Dios en nuestro país y en el mundo entero, pero la pregunta es: ¿qué hacemos con la Palabra que escuchamos? ¿Es una Palabra que demora poquito en nosotros? ¿O es una palabra que va echando raíces en nosotros hasta que va dando fruto? Esa es la pregunta. Ahí está nuestro trabajo.

Si ahora decíamos que creíamos en el poder de Dios que levanta en victoria, ahora decimos: Señor, nos comprometemos a ser tierra fértil. Porque a mí me preocupa la motivación que se pudo traer. Yo le digo a usted: lo importante es que se pregunte si su corazón es tierra fértil, si está dejando que el Señor actúe en usted, si toca su corazón. No sé tú, pero yo quiero pedirle al Señor que haga mi corazón tierra fértil. Amén.


Dos ideas: la resurrección me da la certeza de que Dios no defrauda. Amén. Pase lo que pase, saldremos en victoria y dos: hoy se nos pregunta sobre el tipo de tierra que es nuestro corazón. ¿Qué tipo de tierra es nuestro corazón? Yo quiero que tú se lo digas al Señor y nos unamos en oración. Amén".

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