El Miércoles de Ceniza según el padre Rafael García Herreros

El miércoles, 14 de febrero de 2018, celebramos el "Miércoles de ceniza": una oportunidad especial para iniciar un proceso de conversión y de configuración con Jesucristo, que quiere formarse en cada corazón que lo acepte para vivir y reinar allí. Este tiempo no pretende ser un espacio de tristeza y de desesperanza ante nuestra realidad pecadora, sino que por el contrario, nos pretende llevar a crear conciencia sobre la esencia de nuestra humanidad: ser hijos de Dios. El papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma 2018 asegura que la Iglesia debe "vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia" para salir al encuentro de la Pascua del Señor. 

El Siervo de Dios, padre Rafael García Herreros, eudista, nos exhorta a meditar acerca de la importancia de este día en nuestro camino de preparación. Por eso reproducimos aquí sus palabras: 

"El Miércoles de Ceniza, la Iglesia nos dice unas palabras profundas. La Iglesia, es decir, esa voz silenciosa, sagrada, que nos habla; esa fuerza invisible que presiona suavemente nuestra existencia. La Iglesia, es decir, todos los creyentes, guiados por el Espíritu Santo y orientados por el representante de Jesús en la Tierra. 

El Miércoles de Ceniza, la Iglesia, en el comienzo de la Cuaresma, el alborear de la Pascua, nos dice estas palabras: “Conviértete a Jesucristo y cree en el Evangelio”. Esta es una palabra que nos afecta hasta lo más íntimo de nuestra realidad temporal. Conviértete a Jesucristo. Esta palabra es para mí y para ti, que estamos aquí, de frente, los dos solos. 

Convertirse a Jesucristo. Cambiar nuestra vida pecadora, distraída, nuestra vida confusa, en una vida de profunda relación con Cristo. Tenerlo a Él únicamente como salvador, como libertador. Tenerlo a Él por encima de todo, de todos los políticos, de todos los sabios, de todos los líderes, de todos los promeseros, de todos, absolutamente de todos. Jesucristo es el supremo, el maravilloso, el exclusivo, el que está vivo, el que está cerca, el que va a venir pronto. 

Conviértete a Jesucristo en toda tu vida. Aun en lo más íntimo, en lo más secreto. Apártate del pecado, deja la bebida, abandona la infidelidad, rechaza la envidia, domina la avaricia, supera el rencor, aléjate de la inmundicia.

Conviértete a Jesucristo. Acéptalo a Él como salvador y recíbelo en lo mas profundo de tu ser, y siéntete alegre de confiar en Él y de creer en el Evangelio. Ten todo lo demás como basura, al lado del eminente Jesucristo, como dice Pablo (cf Filp 3, 7-8). Comienza a leer el Evangelio en la Cuaresma. Abre el libro. Lee un cuarto de hora, media hora diaria. 

 En las librerías cristianas, encuentras Biblias de toda clase, a tu disposición. Durante la Cuaresma, que culmina en la Pascua maravillosa, no leas novelas, no leas mentiras: lee el Evangelio. Empieza a aprenderlo de memoria, empieza a citarlo. 

¡Oremos! 

Jesucristo adorable, envía tu Espíritu a nosotros para que te podamos conocer, para que cambie nuestra vida, para que sea bella nuestra existencia, para que seamos totalmente fieles a ti en la Iglesia. 

Jesucristo: haz brotar en mí una nueva forma cristiana, en una absoluta fidelidad hacia Ti. Que me aleje de la falsa religiosidad que yo tenía antes, que era mezcla ridícula de pecado y de fe. Que me entregue totalmente a Ti, Jesucristo. 
¡Jesucristo! Envía tu Espíritu a mí y a los que me están leyendo, para que en la Cuaresma se dé el encuentro contigo. ¡Quiero convertirme a Ti, adorable Jesucristo! No quiero creer en nadie más, sino en Ti. En lo que Tú me enseñaste. Quiero convertirme a ti y creer en el Evangelio."
 Fuente: Rafael García Herreros, Morir y resucitar con Cristo. Bogotá, Corporación Centro Carismático Minuto de Dios, 2010, p. 9.

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