La devoción del Siervo de Dios Rafael García Herreros a la Virgen del Carmen
El 16 de julio celebramos en
Colombia la memoria de la Virgen del Carmen. Según la historia, hacia el siglo
XII, un grupo de devotos de Tierra Santa, procedentes de occidente, decidieron
instalarse en el Monte Carmelo y escogieron como su patrona a la Virgen María.
Allí construyeron la primera Iglesia dedicada a Santa María del Monte Carmelo.
Desde su monasterio no quisieron crear una nueva forma de culto mariano, ni
tampoco el título de la advocación respondía a una imagen en especial. Lo que sí
es cierto es que quisieron vivir bajo los aspectos marianos que se veían
reflejados en la Biblia: maternidad divina, virginidad, inmaculada concepción y
anunciación. Estos devotos fueron la cuna donde surgió la Orden de los
Carmelitas y su gran devoción produjo el nacimiento de la advocación mariana de
Nuestra Señora del Carmen (puede leer más de su historia haciendo clic aquí)
Los Eudistas tenemos un amor
profundo a la Santísima Virgen María, pues reconocemos que “allegarse a Jesús
es encontrarse con María y allegarse a María es encontrarse con Jesús” (cf. San
Juan Eudes, Vida y Reino). Fue tanto el amor de san Juan Eudes, fundador de la
Congregación de Jesús y María (CJM o Padres Eudistas), que escribió mucho sobre
la Madre de Dios: La infancia admirable de la Madre de Dios, La devoción al
Santísimo Corazón y al Santísimo Nombre de María, la Regula Sanctissimae Virginis Mariae, muchas alusiones en otros
escritos y cartas del sacerdote francés. También llama profundamente la atención
que su obra más extensa se denomina “El Corazón Admirable de la Santísima Madre
de Dios”, la cual terminó de escribir meses anteriores a su muerte.
Herederos de esta tradición, los
Eudistas “para que la oración impregne toda su vida”, oran “a la Virgen María
según la tradición propia de la Congregación, al rezo del santo Rosario y a
otras formas de la oración privada”, según aseguran las Constituciones de la
CJM.
El Siervo de Dios padre Rafael García
Herreros, eudista fundador de la Obra Minuto de Dios, vivió profundamente una
relación de cercanía con la santísima Virgen María. Entre múltiples escritos,
sobresale este denominado “Queda María”:
“Hay en el tesoro de la Iglesia católica
una palabra que me ha impresionado profundamente. Te
la quiero entregar a ti,
hermano que me escuchas o me lees todas las mañanas y todas las tardes… y a
quien amo sinceramente sin conocerte.
Esta palabra es la siguiente: Cuando
todo es inútil… ¡Queda María! Es decir: cuando se han agotado todos los
recursos, cuando ya no hay esperanza humana, cuando ya no hay remedio… ¡Queda
María!
Para los pobres, para los mendigos,
para los desorientados, para los enfermos, para los desconsolados, para los
prisioneros, para los leprosos, para los que padecen cáncer, para los
desahuciados... ¡Queda María! Cuando ya no hay ningún remedio, queda María,
¡queda María!
Cuando se han agotado todos los
recursos humanos, cuando ya no hay esperanza, queda María”
(P. Rafael García Herreros. La Virgen María. Colección Obras
Completas 2, cuarta edición, Centro Carismático Minuto de Dios, Bogotá, 2005 –
Consulte este texto completo en el Sitio de la Causa de Beatificación yCanonización del Siervo de Dios haciendo clic aquí
Pero, sobre todo, el Siervo de Dios
tenía un profundo amor por Nuestra Señora del Carmen, como se asegura en su
biografía oficial:
Cartagena fue testigo de la devoción
del padre García Herreros a la Virgen María, en especial bajo la advocación de la Virgen del Carmen. A
él se debe la estatua en mármol de la Virgen del Mar, en la Bahía de Cartagena
que, encargada a Italia, fue entronizada en el baluarte de San Lorenzo el 16 de
julio de 1958; 25 años después fue trasladada a la bahía, como era la idea
original, y el 16 de julio de 1983 el arzobispo Carlos José Ruiseco y el padre García
Herreros inauguraron, con una procesión de veleros, el monumento (Leer biografía completa).
Queremos proponerles este texto de
lectura del Siervo de Dios para meditar en este día con la advocación de
Nuestra Señora del Carmen:
La Virgen de la hora de la verdad:
la Virgen de nuestra agonía y de nuestra muerte... Cuando estemos muriendo no
nos valdrá ninguna mujer, sino sólo una: la
Virgen del Carmen.
En ese momento en que se acaba la
política... y se acaban los negocios y las ambiciones, los orgullos y las
pasiones... en ese instante no nos servirán sino la Virgen del Carmen y
Jesucristo. O mejor. Cristo a través de la Virgen del Escapulario. En ese
aprieto, si somos inteligentes, dejaremos de ser anticlericales y
librepensadores y nos volveremos carmelitas. Pero no debemos dejarlo para
entonces..., desde ahora empecemos a amar a la Santísima Virgen del Carmen, a
prepararnos para la muerte.
Debemos pensar en esa realidad de la
muerte como algo fundamental, necesario e ineluctable. Nuestra abogada será la
Virgen del Carmen ante Cristo, Nuestro Redentor. Es verdad que hemos pecado,
pero no hemos apostatado de la fe, nunca hemos negado de la Virgen. A la hora
de la verdad no nos valdrán ni letras, ni opiniones, ni riquezas, ni
distinción, sino solo los méritos de la pasión de Cristo y el escapulario de la
Virgen del Carmen.
Que no nos entierren con títulos, ni
con escudos nobiliarios, ni con la Cruz de Boyacá, ni con coronas.... sino con
el escapulario del Carmen. Cuatro tablas mal martilladas nos bastan, con tal
que hayamos besado para morir el escapulario del Carmen.
Para morir no queremos sino a la
Virgen del Carmen a nuestro lado, para que nos introduzca en el misterio de la
Redención y de la Patria.
Recordamos la intercesión de María
ante Dios para ser preservados de los peligros del alma y del cuerpo.
Con ocasión de esta festividad de
María, pensemos un momento qué fue lo que hizo el prodigio de María, cuál fue
el origen de su santidad, cuál fue el secreto de su progreso espiritual, qué
fue lo que aconteció en María que tanto agradó a Dios.
Hay una palabra en el Evangelio de
San Lucas que pronunció María ante la propuesta del ángel de aceptar ser madre
del Mesías: “He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a Tu Palabra”
(Luc. 1, 38).
El gran secreto de María en su
camino a la santidad, el gran secreto de María para engendrar a Jesucristo, fue
esa palabra: “Hágase en mi según tu voluntad”.
Ella se propuso no hacer sino
exclusivamente la voluntad de Dios a cada momento, en las cosas sencillas y en
las cosas complejas de su vida.
Realizó íntegramente la voluntad de
Dios y esto fue lo que le acarreó el don inmenso de engendrar a Cristo, el
Mesías y los dones de toda su vida.
Todos los instantes preciosísimos de
su vida, fueron continuamente iluminados y poseídos por la voluntad de Dios.
Nosotros, que somos hombres que
vivimos en el mundo moderno, debemos ser hombres regidos por la voluntad de
Dios en cada momento.
Debemos saber que el camino de la
perfección cristiana, consiste en cumplir estrictamente el querer divino.
Todos los santos han sido rendidos a
la voluntad de Dios. Todo el que quiere caminar el camino de la perfección,
debe aceptar la voluntad de Dios y cumplirla, si le es posible, hora tras hora,
si le es posible, minuto tras minuto.
Fue el gran secreto de María:
cumplió perfectamente la voluntad de Dios. Ha sido el secreto de todas las
almas privilegiadas; cumplirlo en las grandes decisiones que debemos tomar, y
cumplirlo en los pequeños incidentes de la vida a cada momento.
Miremos a esa mujer extraordinaria,
miremos su secreto, el secreto accesible para nosotros, posible para nosotros,
cumplir día por día, momento tras momento la voluntad de Dios y se realizará en
nosotros lo que en ella se realizó: la formación de Cristo en nuestra vida, la
transformación de humanos en verdaderos cristianos
Que María, en la advocación del Carmen,
interceda por nuestra querida Colombia, por Nicaragua y por todos aquellos
lugares que necesitan oración en estos momentos.
Comentarios
Publicar un comentario