San Juan Eudes fue un hombre celoso del bien de la Iglesia: Pablo VI

     El pasado 06 de marzo de 2018, el PAPA Francisco recibió en audiencia al cardenal Angelo Amato, quien es el prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos y autorizó la promulgación de varios decretos, en los que sobresalen las figuras mundialmente conocidas como son el obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero y el PAPA Pablo VI. 

     Eudistas Minuto de Dios consultó varios documentos del PAPA italiano Giovanni Battista Montini (Pablo VI) y encontró la Carta Apostólica Summi Dei Verbum, la cual fue dirigida a los Patriarcas, Primados, Arzobispos y Obispos del Orbe Católico con motivo del IV Centenario de la Constitución de los Seminarios por el Concilio Ecuménico de Trento. (Conozca más sobre la historia de los seminarios visitando el Centro de Pensamiento sobre Formación para los ministerios ordenados en función de la Nueva Evangelización haciendo clic aquí)

     En esta carta, el entonces PAPA destacó la figura de san Juan Eudes, denotando su importancia en la historia de la Iglesia y de la sociedad cuando hay que hacer un recorrido por los antecedentes de los seminarios. Igualmente detaca la figura de varios miembros de la Escuela Francesa de Espiritualidad. Aquí les presentamos el recorrido que hace el pontífice: 
"Otra prueba de la gran confianza puesta por la Jerarquía en los seminarios para dar lozanía a la Iglesia y hacer florecer la vida sacerdotal en el clero, la ofreció el intrépido celo con que, apenas clausurado el Concilio, se trató de llevar a cabo las prescripciones de tan providencial decreto, en medio de todo género de dificultades. El mismo Pontífice Pío IV fue de los primeros en dar ejemplo, abriendo su seminario el 1 de febrero de 1565; lo había precedido su sobrino San Carlos Borromeo, en Milán, en 1564, y en forma más modesta, los obispos de Rieti, Larino, Camerino y Montepulciano. Siguió poco después la erección de otros seminarios por parte de los obispos preocupados en la restauración de sus propias diócesis, al paso que una selecta escuadra de hombres celosos del bien de la Iglesia acudía en su ayuda. Entre ellos nos place recordar, en Francia, al cardenal Pedro de Berulle, a Andrés Bourdoise, a San Vicente de Paúl con sus sacerdotes de la misión, a San Juan Eudes, a Olier, con la compañía de San Sulpicio. 
En Italia se destacó, sobre todo, San Gregorio Barbarigo, prodigando incansables cuidados en la organización de los seminarios de Bérgamo y Padua, según las normas del Concilio de Trento y el ejemplo de San Carlos, teniendo también presente las exigencias espirituales y culturales de su tiempo. El ejemplo que este celoso Pastor dio a los demás obispos de las diócesis italianas conserva hoy día todo su valor, por haber sabido conjuntar la fidelidad a las normas tradicionales con sabias iniciativas, entre las cuales es de recordar el estudio de las lenguas orientales para mejor conocimiento de los padres y escritores eclesiásticos del Oriente cristiano, con miras al acercamiento religioso entre la Iglesia católica y las Iglesias separadas. A esta obra insigne del gran obispo de Padua se refirió nuestro predecesor Juan XXIII de venerable memoria, en su homilía con motivo de la inscripción de Barbarigo en el catálogo de los Santos" [Leer el texto completo


   Efectivamente san Juan Eudes fue un gran celoso de la preparación y cuidado de los sacerdotes. En sus textos se puede leer: 
"Un buen pastor es la imagen viva de Jesucristo en este mundo. De Cristo vigilante, orante, predicador, catequista, trabajador, del que peregrinaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea. Es la imagen de Cristo que sufre, agoniza y muere en sacrificio por la salvación de todos los hombres creados a su imagen y semejanza" [Tomado de Congregación de Jesús y María, Leccionario Propio de la Liturgia de las Horas. Barcelona: Regina, 1980, p. 113.]
Que Pablo VI siga intercediendo ante Dios para que Jesús viva y reine en nuestro corazón, como nos lo propone san Juan Eudes. 

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