La Fiesta del Corazón de Jesús - Primer día del Triduo Eudista al Corazón de Jesús

En el primer día del Triduo Eudista al Sagrado Corazón de Jesús, los invitamos a meditar en torno a la Fiesta del Corazón de Jesús: ¿Cuál fue el inmenso favor que el Señor nos hizo al darnos esta fiesta? ¿Cuáles son nuestros deberes?

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En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Ave cor Sanctissimum

Alégrate, Corazón santo
Alégrate, Corazón manso
Alégrate, Corazón humilde
Alégrate, Corazón puro
Alégrate, Corazón ferviente
Alégrate, Corazón sabio
Alégrate, Corazón paciente
Alégrate, Corazón obediente
Alégrate, Corazón solícito
Alégrate, Corazón fiel
Alégrate, Corazón fuente de toda felicidad
Alégrate, Corazón misericordioso
Alégrate, Corazón, lleno de amor, de Jesús y de María.
Te adoramos,
te alabamos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Te amamos con todo nuestro corazón,
con toda nuestra alma,
con todas nuestras fuerzas.
Te ofrecemos nuestro corazón,
te lo entregamos,
te lo consagramos,
te lo inmolamos.
Acéptalo y poséelo plenamente,
purifícalo,
ilumínalo
y santifícalo,
para que en él vivas y reines,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Primera lectura
INMENSO FAVOR QUE NUESTRO SEÑOR NOS HIZO AL DARNOS ESTA FIESTA

Excelencia de la fiesta del Sagrado Corazón.

Adoremos y admiremos la bondad incomprensible de nuestro amabilísimo Salvador por habernos dado esta fiesta. Porque fue una gracia extraordinaria la que nos hizo. Para conocerla bien es preciso saber que todas las fiestas que en el transcurso del año celebra la Santa Iglesia, son fuente de gracia y de favores divinos.

Pero esta fiesta es un mar de gracias y de santidad porque es la fiesta del santísimo Corazón de Jesús, océano inmenso de incontables gracias. Esta es, en cierto modo, la fiesta de las fiestas, porque es la fiesta del amable Corazón de Jesús, principio, como lo hemos visto, de todos los demás misterios contenidos en las demás fiestas que se celebran en la Iglesia, y fuente de todo lo grande, santo y venerable que hay en las demás fiestas.

Debemos, pues, dar gracias a ese bondadosísimo Salvador, e invitar a todos los santos y a todos los ángeles, a la santísima Virgen y a todas las criaturas, para que lo alaben, bendigan y glorifiquen con nosotros por ese favor inconcebible. También hemos de prepararnos para recibir las gracias que nos quiere comunicar en esta admirable solemnidad formando una firme resolución de no omitir nada de cuanto podamos hacer y de dedicar todo nuestro cuidado y todo nuestro afecto y todos los medios que estén a nuestro alcance para celebrarla digna y santamente durante los días de su Octava.

Homenajes que debemos al Sagrado Corazón.

 ¿Para qué nos ha dado el Rey de los corazones esta fiesta de su admirable Corazón? Para que cumplamos los deberes que para con ese corazón tenemos.

¿Cuáles son estos deberes? Son cuatro principales:

El primero es adorarlo. Adorémosle pues con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, porque siendo el Corazón de un Dios, del Unigénito de Dios, del Hombre-Dios, es infinitamente digno de adoración. Adorémosle en nombre y de parte de todas las criaturas que deberían adorarle. Adorémosle y ofrezcámosle todas las adoraciones que le han sido dadas y le serán dadas eternamente en la tierra y en el cielo.

¡Salvador mío! que el Universo se trueque en adoración a tu divino Corazón. ¡Con qué gusto consentiría yo, mediante tu gracia, en ser aniquilado ahora y para siempre, a fin de que el Corazón de mi Jesús fuera adorado sin cesar por todo el Universo!

El segundo deber es el de alabar, bendecir y glorificar a ese Corazón infinitamente generoso y darle gracias por el amor que ha tenido y eternamente tendrá a su Eterno Padre, a su santísima Madre, a todos los ángeles y a todos los santos, a todas las criaturas y a nosotros especialmente; también por todos los dones, favores y bendiciones que han tenido su origen en ese inmenso mar de gracias y se han difundido sobre todo lo creado y sobre nosotros en particular.

¡Esplendidísimo Corazón de Jesús, te ofrezco todas las alabanzas, la gloria y los agradecimientos que te han sido y te serán dados en la tierra y en el cielo, en el tiempo y en la eternidad! ¡Que los corazones todos te alaben y bendigan eternamente!

El tercer deber es el de pedir a Dios perdón por todos los dolores, tristezas, congojas y martirios cruelísimos que hubo de sufrir por nuestros pecados; y en desagravio ofrecerle todo el gozo y la alegría que le han proporcionado su Eterno Padre, su santa Madre y todos los corazones que lo aman con ardor y fidelidad. Por amor a Él hay que aceptar también todas las amarguras, tristezas y aflicciones que en cualquier tiempo nos sobrevengan.

El cuarto deber es amar cordial y fervorosamente a este Corazón todo amor, y amarlo por todos los que no lo aman y ofrecerle todo el amor de los corazones que le pertenecen.

¡Corazón amabilísimo y todo amor! ¿Cuándo te amaré como es debido? ¡Incontables motivos tengo que me obligan a amarte y no puedo decir que ya empecé a amarte cuanto debo!

Por favor, haz que yo empiece ya a amarte, Quita de mi corazón todo lo que te desagrada y establece en él perfectamente el reino de tu santo amor.

¡Jesús, Dios de mi corazón, mi herencia para siempre!

Segunda lectura
EL CORAZÓN DE JESÚS

¡Qué excesivos y admirables son, Dios, tu bondad y tu amor por nosotros! Eres infinitamente digno de ser amado, alabado y glorificado. Pero como no tenemos corazón ni espíritu digno y capaz de llenar estas obligaciones, tu sabiduría ha inventado y tu inmensa bondad nos ha dado un medio admirable para cumplirlas plena y perfectamente.

Porque nos has dado el Espíritu y el Corazón de tu Hijo, que es tu propio Espíritu y Corazón, para que sea también el nuestro, según la promesa que nos hiciste por boca del Profeta: Les daré un corazón nuevo y les infundiré un Espíritu nuevo (Ez 36, 26). Y para que supiéramos cuáles eran ese espíritu y ese corazón nuevos que nos prometías, agregaste: Pondré mi Espíritu, que es mi Corazón, en medio de ustedes. Sólo el Espíritu y el Corazón de Dios son dignos y capaces de amar, bendecir y alabar a Dios como él lo merece.

Por eso, Señor mío, nos diste tu Corazón, que es el de tu Hijo Jesús, como también el de su divina madre y los corazones de todos tus ángeles y santos que reunidos forman un solo Corazón.

Y tú, que lees estas cosas, comprende bien que este Corazón se te ha dado para que sirvas y honres a Dios, y cumplas su voluntad con un gran corazón y un gran amor (2M 1, 3), es decir, con un corazón y un amor dignos de su infinita grandeza.

Para ello renuncia a tu corazón, es decir, a tu espíritu personal, a tu voluntad y amor propios; y entrégate a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que encierra el Corazón de su santa madre y, de todos sus santos, y para sumergirte en ese abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad.

No te contentes con amar a Dios con tu pequeño corazón humano: eso es bien poco, por no decir nada. Ámalo corde magno et animo volenti, con todo el amor de tu gran Corazón. Cuando te pregunten si lo amas, contestarás: «Sí, quiero amarlo con todo mi gran Corazón y me entrego a él para este fin». Si amas a tu prójimo y quieres ejercitar con él una obra de caridad, ámalo y haz por él todo lo que debes con la caridad de tu gran Corazón. Si es necesario sufrir algo, hazlo en unión de su espíritu de humildad, de paciencia, de sumisión y de amor. Si vas a cumplir alguna promesa, donación o sacrificio a Dios, de ti mismo o de alguna cosa, que sea en el espíritu de amor y de celo de tu gran Corazón. Cuando digas estas palabras- Doy gracias al Señor de todo corazón (Sal 110, 1) tendrás la intención de referirte a su gran Corazón. Finalmente, en todas tus acciones renuncia a ti mismo y entrégate a Jesús para realizarlas en el espíritu y disposiciones de tu gran Corazón.

(San Juan Eudes, «Sobre el Admirable Corazón de Jesús». 3, 2: Obras Completas VI, 261-265)


Letanías del Sagrado Corazón

LETANÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Jesús, escucha nuestra oración.
Señor, ¡Escúchanos!
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón divino de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón amante de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón manso de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón humilde de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón misericordioso de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón fiel de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Corazón del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, origen del Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario de la Trinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Trono de la Divina Voluntad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Corazón de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.
Corazón adorable de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón amable de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón admirable de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón incomparable de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hoguera de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, milagro de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón, norma de paciencia de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón, espejo de obediencia de Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, modelo de virtud, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Fuente de toda gracia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, herido de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo de santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, altar de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, sacerdote del amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima del amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, sacrificio eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, incensario de oro, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, cáliz que embriaga, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, néctar que deifica, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, consuelo de los afligidos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, refugio de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, celoso por las almas, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, ladrón de corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, queridísima herencia nuestra, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra dulce esperanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, alegría de nuestro corazón, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,  gozo de nuestro corazón, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tesoro de nuestro corazón, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paraíso de nuestro corazón, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, vida de nuestro corazón, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey de nuestro corazón, ten piedad de nosotros.

Muéstrate propicio, perdónanos Jesús.
Muéstrate propicio, escúchanos Jesús.

De todo pecado, líbranos, Jesús.
De la soberbia de la vida, líbranos, Jesús.
Del amor desordenado, líbranos, Jesús.
De la ceguera del corazón, líbranos, Jesús.
Del rechazo a tus inspiraciones, líbranos, Jesús.
De la muerte eterna, líbranos, Jesús.

Por tu corazón amantísimo, escúchanos, Jesús.
Por tu gran odio al pecado, escúchanos, Jesús.
Por tu infinito amor al Padre, escúchanos, Jesús.
Por tu dulcísimo amor a tu Santísima Madre, escúchanos, Jesús.
Por tu ardiente caridad a tus devotos, escúchanos, Jesús.
Por tu amor a la cruz, escúchanos, Jesús.
Por tus inmensos dolores, escúchanos, Jesús.
Por tu exceso de amor y por tus grandes dolores sufridos en la muerte, escúchanos, Jesús.
Por tus gozos eternos, escúchanos, Jesús.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos Jesús.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Jesús.

Jesús, óyenos.  Jesús, escúchanos.

Oremos:

¡Oh Dios, que por tu gran caridad nos haces miembros de tu Hijo único e hijos tuyos y que quisiste tener un solo Corazón con nuestro Padre; te pedimos que encendidos en el fuego de tu amor y en la llama de caridad del Corazón amantísimo de Jesús, cumplamos en todo tu voluntad con el gran corazón y, deseando lo que es correcto, merezcamos cumplir estos deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



Oración final

¡Salvador mío Jesucristo!, que todo se convierta en un himno de alabanza inmortal a tu divino Corazón. Ya  que me has dado tu mismo Corazón para ser el principio de mi vida, haz, te ruego, que sea también el principio único de todos mis sentimientos y afectos, de todas las funciones de las facultades de mi alma, de mi espíritu, y el corazón de mi corazón! Amén.
R./ Amén.

Para la meditación personal y/o comunitaria:

¿Cuál será la mejor preparación para vivir la fiesta de Sagrado Corazón de Jesús?

¿Cuáles son los medios  para amar más a Jesús?

¿Cuáles renuncias concretas me pide el Señor para adherirme al profundo amor que brota del Corazón de Jesús?

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