El extraordinario texto de san Juan Eudes que sedujo al Vaticano
El viernes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, la Iglesia lee a
san Juan Eudes en el Oficio de Lectura.
La Iglesia católica ofrece diariamente a sus fieles múltiples
formas para orar y estar constantemente prolongando la vida de Jesús en sus
fieles. A través de la Liturgia de las Horas, se asegura que en cualquier
momento y en todo lugar todo el pueblo santo, tanto epíscopos, presbíteros,
diáconos, religiosos y religiosas, así como los demás cristianos, tengan parte
activa en esta suave conversación con Dios.
El Oficio de lectura hace parte de la Liturgia de las Horas y,
dentro de su estructura, aparece, luego de la salmodia, una lectura bíblica y
una segunda lectura, tomada de algún santo de la Iglesia. El turno para nuestro
fundador es el día viernes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, un bellísimo
texto que cautivó al presbítero encargado de seleccionar los textos cuando este
fue presentado para ser incluido en el Oficio. A continuación, lo reproducimos
como aparece en la Liturgia para degustarlo:
TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA XXXIII
De la Feria. Salterio I
VIERNES DE LA SEMANA XXXIII
De la Feria. Salterio I
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Juan Eudes,
presbítero, Sobre el reino de Jesús
(Parte 3, 4: Opera omnia 1, 310-312)
(Parte 3, 4: Opera omnia 1, 310-312)
EL MISTERIO DE CRISTO EN NOSOTROS Y
EN LA IGLESIA
Debemos continuar y completar en
nosotros los estados y misterios de la vida de Cristo, y suplicarle con
frecuencia que los consume y complete en nosotros y en toda su Iglesia.
Porque los misterios de Jesús no
han llegado todavía a su total perfección y plenitud. Han llegado ciertamente a
su perfección y plenitud en la persona de Jesús, pero no en nosotros, que somos
sus miembros, ni en su Iglesia, que es su cuerpo místico. El Hijo de Dios
quiere comunicar y extender en cierto modo y continuar sus misterios en
nosotros y en toda su Iglesia, ya sea mediante las gracias que ha determinado
otorgarnos, ya mediante los efectos que quiere producir en nosotros a través de
estos misterios. En este sentido quiere completarlos en nosotros.
Por esto san Pablo dice que Cristo
halla su plenitud en la Iglesia y que todos nosotros contribuimos a su
edificación y a la edad de Cristo en su plenitud, es decir, a aquella edad
mística que él tiene en su cuerpo místico, y que no llegará a su plenitud hasta
el día del juicio. El mismo Apóstol dice, en otro lugar, que él va completando
las tribulaciones que aún le quedan por sufrir con Cristo en su carne mortal.
De este modo el Hijo de Dios ha
determinado consumar y completar en nosotros todos los estados y misterios de
su vida. Quiere llevar a término en nosotros los misterios de su encarnación,
de su nacimiento, de su vida oculta, formándose en nosotros y volviendo a nacer
en nuestras almas por los santos sacramentos del bautismo y de la sagrada
eucaristía, y haciendo que llevemos una vida espiritual e interior, oculta con
él en Dios.
Quiere completar en nosotros el
misterio de su pasión, muerte y resurrección, haciendo que suframos, muramos y
resucitemos con él y en él. Finalmente, completará en nosotros su estado de
vida gloriosa e inmortal cuando haga que vivamos con él y en él una vida
gloriosa y eterna en el cielo. Del mismo modo quiere consumar y completar los
demás estados y misterios de su vida en nosotros y en su Iglesia, haciendo que
nosotros los compartamos y participemos de ellos, y que en nosotros sean
continuados y prolongados.
Según esto, los misterios de Cristo
no estarán completos hasta el final de aquel tiempo que él ha destinado para la
plena realización de sus misterios en nosotros y en la Iglesia, es decir, hasta
el fin del mundo.
Impresionante texto. Maravilloso. Muy esclarecedor para entender todo el Don de la Divina Voluntad en la criatura según los escritos de la sierva de Dios, Luisa Piccarreta.
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