Tercer y último día del retiro provincial: Jesucristo, la Misericordia encarnada
En el último día del retiro espiritual de la Provincia Minuto de
Dios, la meditación tuvo como centro a Jesús: el rostro de la misericordia.
Durante este día, el último del retiro provincial, el padre Higinio
Lopera, quien dirige los encuentros, meditó en torno a Jesucristo, la
misericordia hecha carne, a partir del libro diez del Corazón Admirable de la
Madre de Dios. De este libro, tomó la explicación del quinto versículo del
Magníficat: “Y su misericordia de generación en generación sobre los que le
temen. En efecto, para san Juan Eudes, este cántico es el cántico del santísimo
Corazón de la madre del amor hermoso.
Jesucristo, nuestra misericordia a través de la encarnación
Siguiendo a san Agustín, san Juan Eudes se pregunta: ¿cuál es esta
misericordia? A lo que responde: Nuestro buenísimo Salvador. De por sí, “el
Padre eterno es llamado el Padre de las misericordias, porque es el Padre del
Verbo encarnado, que es la misma misericordia. Esta es la misericordia, cuya
venida al mundo por el misterio de la Encarnación, pedía el real profeta cuando
decía: muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvador (Sal 88,
8).” Y concluye su argumento: “Porque, así como el Verbo encarnado es todo amor
y caridad, así es también todo misericordia.”
San Juan Eudes es un convencido de que los efectos de la
misericordia y todo el obrar que hace en el ser humano tienen un punto central
sobre el cual gira todo: el misterio de la Encarnación. Así lo expresa: “Porque
todos los efectos de la misericordia que el Salvador obró en favor de los
hombres desde el principio del mundo hasta el presente, y que obrará por toda
la eternidad, han procedido y procederán del misterio adorable de su
Encarnación, como de su fuente y primer principio.”
Posteriormente, el padre Lopera, recordó el famoso texto conocido
por los Eudistas sobre las tres cosas requeridas para la misericordia: llevar
en el corazón las miserias de los otros; tener la voluntad de socorrerlos y
pasar de la voluntad al efecto, es decir, a la acción.
Finalmente, para recalcar la importancia de la misericordia, como
gen de Dios, expresión que se hizo famosa en el Minuto de Dios gracias al padre
Bernardo Vergara, san Juan Eudes asegura: “Podemos decir que la misericordia de
Dios es grande, y en algún sentido más grande que otros atributos divinos.
Porque los efectos de la misericordia sobrepasan a los del poder, sabiduría,
justicia y todas las demás perfecciones divinas que podemos conocer en este
mundo.”
Posteriormente, el padre Higinio meditó sobre algunos padres de la
Iglesia y todos sus aportes para una vivencia concreta de la misericordia, como
san Bernardo y las siete clases de misericordia.
Para cerrar la jornada, los Eudistas vivimos un espacio de oración
delante del Santísimo, dando gracias por el don de la comunidad y por estar
reunidos en torno a la misericordia. Finalmente, el padre Raúl Téllez Villamil
presidió la Eucaristía y el ágape final de despedida.
¡Queremos, Señor Jesús: que vivas y reines entre nosotros! Y nos
bendiga con su Hijo, la Santísima Virgen María. Amén.
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